"Es que no tengo nada que esconder" - responde Catherinne Tramell (Sharon Stone), una astuta escritora sospechosa de asesinato, a su perseguidor, Nick Curran (Michael Douglas), un inseguro policía de San Francisco que trata de convencerse y convencernos de la inocencia de la espectacular rubia. ¿El filme? "Basic Instint" y la escena es una de las más conocidas del cine de los años 90. El cruce de piernas de Stone entró a la historia del cine por ser uno de los más sensuales jamás hechas rompiendo además con rígidos tabúes del cine de Hollywood. Quizás la película de Verhoeven gira entorno a la interpretación de Sharon Stone, quien nos presenta una mujer libre, desinhibida y de total independencia económica y sexual. Vemos a una escritora asesina culpable mintiendo despiadadamente a cinco polícias, pero cuando cruza las piernas le perdonamos todo como si de Friné se tratase.
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Fotograma de la película "Basic Instinct", Paul Verhoeven, 1992 |
Para los que llegaron tarde a la función, el cine, como arte wagneriano, es un gran reproductor de mitos. La impía Friné, en la Grecia clásica, sirvió como modelo en innumerables ocasiones para copiar la belleza de la Diosa Afrodita.
Praxíteles, su fotógrafo en el mármol, estaba obsesionado en retratar la belleza y el amor en estado puro. Y lo hizo. Pero esto ofendió a la "polis" (o a los "polis" en el caso de Stone) y su desnuda figura ofendió las creencias y rituales de la época. Juzgada como hetera su influencia ha llegado al mundo actual.
Praxíteles, su fotógrafo en el mármol, estaba obsesionado en retratar la belleza y el amor en estado puro. Y lo hizo. Pero esto ofendió a la "polis" (o a los "polis" en el caso de Stone) y su desnuda figura ofendió las creencias y rituales de la época. Juzgada como hetera su influencia ha llegado al mundo actual.
Las heteras, mujeres independientes y de gran influencia en la sociedad griega, eran un grupo de mujeres formado principalmente por antiguas esclavas o extranjeras, que pagaban impuestos, se dedicaban a la danza y la música y se distinguían por sus atributos físicos e intelectuales. Como parte de los simposios, muchas de sus decisiones eran ya, en esa etapa de la historia, respetadas por los hombres.
Aspasia de Mileto, la célebre amante de Pericles, fue otra de ellas. Su capacidad en retórica y su brillante conversación hacía que se rodease de los más ilustres intelectuales de la época. En esta clase de mujeres, su vestimenta las distinguía de las demás, pues mientras las "respetables" usaban vestidos de lana y lino, las heteras vestían ropajes de gasa que dejaban contemplar los atributos de sus cuerpos. "Desnuda eres tan simple como una de tus manos: lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente. Tienes líneas de luna, caminos de manzana..." escribiría Neruda siglos más tarde.
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