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Antoni Tapies, El espirítu catalán, 1971 |
De acuerdo a lo planteado por Rogof, las artes están de alguna manera logrando nuevos espacios de encuentros y de búsqueda de identidades que posiblemente se han perdido en el ámbito de la globalización. Por tanto los mismos espacios culturales compartidos por distintas personas en distintos espacios geográficos y unidos por el internet crean cierto sentido de pertenencia para las personas que acceden a estos espacios. Bajo estos parámetros, distintos internautas de distintas zonas geográficas de alguna manera se sienten identificados por los mismos gustos en el arte y se crean comunidades virtuales que producen un sentido de identidad para aquellos que confluyen en las mismas. Los ámbitos nacionales se ven suplantados por los ámbitos artísticos, las personas se agrupan en cuanto a gustos o preferencias culturales. Es así como poco a poco se pertenece a espacios que están enmarcados más dentro del ámbito de lo virtual que de lo geográfico, y esto obviamente crea más nexos con personas de distintos países. En otro sentido el ámbito de estas relaciones rompen las barreras de las fronteras limítrofes y la cultura se entiende como un todo global. Los nacionalismos tienden a agotarse como una visión única de la realidad, pues se observa el aparecimiento de nuevos grupos multiculturales de personas que no están unidas por la idea de un estado-nación. Esto lleva a una nueva forma de concebir el mundo mediante una riqueza cultural en el tipo de relaciones que una persona pueda tener y como estas relaciones confluyen y marcan pautas de conducta que se rigen a través de patrones elegidos libremente por temas más relacionados con la empatía en cuanto a gustos y personalidades. “…el modo en que las prácticas culturales moldean los procesos de globalización. Lo decisivo aquí es el reconocimiento de que la política no basta para dar cuenta de nuestras condiciones de vida, por lo que si bien estas condiciones son políticas por naturaleza, dar cuenta de ellas y de sus efectos, en distintos registros, es una tarea que demanda un espectro más amplio de modelos”. (Rogoff, s.a., p.10)
Es importante señalar que se observa un cambio en el modo del concebir político que ha marcado el quehacer humano a lo largo de toda su existencia. La división entre europeos, estadounidenses, latinoamericanos, sudafricanos, etc. se cambia por otro tipo de modelos, que aunque no están inmunes hacia lo político si pertenecen a otro tipo de registros en los cuales este tipo de divisiones imperan otros que están marcados por nuevas tendencias que aparecen en las redes sociales, en la páginas de visita a determinados museos virtuales, en las colecciones de arte y en el gusto estético que se pueda tener por determinadas obras de arte. Las formas de relacionarse y de encontrar una identidad han cambiado como las técnicas de difusión de la información a través de las redes. Los nuevos espacios que aparecen plantean además nuevos retos sobre la posibilidad de insertarse a un mundo cada vez más globalizado y por lo tanto más exigente también. Por ello se accede a más economías relacionadas con el ocio y el entretenimiento que apunta a espacios más lúdicos inclusive en las formas de educación. El juego en muchas de estas alternativas se presenta como un modelo de reflexión y aprendizaje y a la par establece formas de conducta que rompen con los esquemas tradicionales a los que determinados espacios conservadores tenían como propuestas.
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